Su magnetismo la rodeó también de amigos importantes, sobre todo grandes artistas (Cocteau, Misia Sert, Balenciaga, Diaghilev...) Ella también lo fue, y a su talento, intuición y valentía le deben buena parte de su libertad las mujeres de hoy. Coco Chanel acabo con los zapatitos abotinados, los faldones que arrastraban, los sombreros llenos de frutas y plumas, los volantes, los rizos y, sobre todo… ¡Los corsés!
Desnudó a la mujer de perifollos y la puso en la oficina, en la universidad, en las canchas de tenis, disfrutando del mar y del sol en las playas. Mientras las mujeres del XIX desaparecían camino de los museos, las del XX se cortaban el pelo y salían a la calle con una sencilla falda recta y un suéter de punto, o una camisa, y un blazer. Aun faltaban unos años para que algunas, más voluptuosas, se vistieran sólo con unas gotas de su afamado perfume.